Sánchez desafía el bloqueo de Junts y promete agotar la legislatura
Pedro Sánchez ha hablado por primera vez desde que Junts vetó todas las leyes del Gobierno, y lo ha hecho con un mensaje claro: no se da por vencido.
Desde Brasil, donde participa en una cumbre internacional, el presidente afirmó que “este es un Gobierno que ha demostrado su capacidad de diálogo durante siete años, y así seguirá siendo”.
Su tono fue más de resistencia que de repliegue, en una declaración que busca proyectar estabilidad en medio del caos político.
A pesar del veto de Junts, Sánchez asegura que presentará los Presupuestos Generales del Estado para 2026, un gesto que pretende transmitir continuidad institucional, aunque en la práctica resulte casi imposible aprobarlos.
“Vamos a agotar la legislatura”, insistió, convencido de que todavía puede mantener el timón de un Ejecutivo en minoría absoluta.

Junts no da marcha atrás: “El bloqueo lo ha hecho el Gobierno”
Las palabras del presidente chocan con un muro: el de Míriam Nogueras, portavoz de Junts, que volvió a insistir desde Televisión Española en que “esto ya no es un ultimátum”.
Según Nogueras, el bloqueo es consecuencia del incumplimiento de los acuerdos con Cataluña, y Junts solo apoyará cinco leyes previamente pactadas con el PSOE.
Todo lo demás —incluidos los nuevos proyectos legislativos y los Presupuestos— será vetado.
La dirigente independentista fue más allá: “Si PSOE y Sumar quieren seguir gobernando, que lo hagan mediante decretos, y que lo expliquen en el Parlamento”.
Una frase que resume el espíritu del enfrentamiento: Junts no busca negociar, sino marcar territorio.
Un Gobierno acorralado entre el bloqueo y los tribunales
El desafío político llega en uno de los momentos más complicados para el Ejecutivo.
A la ruptura con Junts se suman los casos judiciales que afectan al entorno personal y político de Sánchez, desde la imputación de su hermano David Sánchez, hasta la citación de Coldo García en el caso de las mascarillas.
La oposición ha aprovechado el contexto para cuestionar la legitimidad del Gobierno, con líderes del PP y Vox asegurando que “España no puede estar secuestrada por los sumarios que afectan al presidente”.
Incluso José María Aznar se sumó a las críticas, calificando al actual Ejecutivo de “ilegítimo”, mientras que el propio Sánchez replicaba desde el extranjero defendiendo “la inocencia de mi familia y la legitimidad de un Gobierno elegido en las urnas”.
El Congreso, convertido en un campo minado
En el Congreso, la legislatura ya está prácticamente paralizada.
Junts ha presentado 25 enmiendas a la totalidad contra las leyes en tramitación, y con el apoyo de PP y Vox, ninguna podrá salir adelante.
Fuentes parlamentarias reconocen que los jueves de pleno están vacíos porque el Ejecutivo prefiere no exponer nuevas derrotas.
Sumar, socio de coalición, mantiene un perfil bajo y lanza mensajes velados a Junts, advirtiendo de que “unirse a la pinza PP-Vox solo perjudica a Cataluña”.
Pero los independentistas parecen tener clara su estrategia: romper con el Gobierno sin entregarse a la derecha.
“Gobernar por decreto”: la última carta de Sánchez
Sin apoyos estables, al Gobierno solo le queda una vía: gobernar mediante reales decretos.
Una opción legal, pero políticamente frágil.
De hecho, Junts ya anticipó que permitirá el trámite solo de las cinco leyes pactadas y que vigilará “cada movimiento del Ejecutivo”.
Esto deja a Sánchez ante un panorama inédito: intentar sobrevivir sin aprobar leyes, confiando en que el tiempo juegue a su favor o que surja un escenario que le permita rearmarse políticamente.
Por ahora, Moncloa descarta elecciones anticipadas, pero la legislatura está en respiración asistida.
El mensaje político: resistir y ganar tiempo
En el fondo, el discurso de Sánchez no busca convencer a Junts, sino a su propio electorado.
Pretende proyectar la imagen de un líder capaz de resistir la tormenta, apelando al diálogo como bandera y dejando la puerta abierta a una eventual recomposición del bloque progresista.
Pero la realidad parlamentaria es contundente: sin los siete votos de Junts, no hay legislatura posible.
El presidente juega con el reloj, intentando convertir su aislamiento en una narrativa de resistencia.
Su estrategia recuerda al Sánchez de 2019: el que cayó, esperó y volvió más fuerte.
El problema es que esta vez la caída podría ser definitiva si no consigue reactivar la maquinaria política antes de que empiece 2026.
El tiempo corre, y Junts no cede
Pedro Sánchez intenta mostrarse firme, pero la legislatura agoniza lentamente.
La ruptura con Junts no es una crisis puntual, sino un cambio estructural en la aritmética parlamentaria.
El mensaje del presidente —“seguiremos dialogando”— suena más a acto de fe que a plan político.
Porque mientras Moncloa habla de diálogo, Junts firma el bloqueo con tinta indeleble.
Y en esa paradoja se resume el presente del Gobierno: resiste, pero no gobierna.
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